Respondiendo a Gonzallo Biffarella
Creo que esa pregunta cambia con el tiempo; tal vez en esencia sigue siendo la misma, pero el enfoque varía a medida que avanzo en mi vida.
Hace unos años, cuando empecé, significaba poder resonar con ciertas estéticas que me llamaban la atención, con músicos que me inspiraban y con formas de hacer que despertaban mi curiosidad. Luego, apareció la práctica y una idea de lo que para mí era el ideal de ser un libre improvisador: alguien comprometido con su arte y que además genera un oficio a su alrededor a través de conciertos, discos, eventos, reflexiones, lecturas, clases, talleres y más. Esto ha dado muchos giros y ha transitado por muchos lugares, y hoy tal vez pienso que ser un libre improvisador es bàsicamente alguien que practica la improvisación, y para se ha convertido en una manera de ver/estar/sentir el mundo.
En esta manera de estar, aparecen varias cosas, todas igual de importantes para mí. Me atrae la idea de vivir en el presente como un estado permanente, y desarrollar maneras, estrategias y conceptos que me permitan hacerlo, no solo cuando toco, sino en los momentos entre actuación y actuación: cuando como, cuando miro por la ventana, cuando doy o recibo una clase, cuando estoy enfermo, cuando enfrento problemas emocionales, cuando soy feliz, cuando abrazo a mi mamá, cuando tengo discusiones con alguien cercano, cuando mi equipo de fútbol gana o pierde, en fin, en todo momento. Incluso cuando duermo.
No digo que lo consiga, pero lo busco constantemente: ser presente.
También me interesa cómo se desarrollan las cosas: cómo hago lo que hago, cómo pienso, cómo bebo un trago, cómo hablo, cómo me visto, cómo hago el amor, cómo me alimento, cómo me relaciono con mis seres queridos. Pienso que hay una especie de técnica para todo, pero no una técnica que busque eficiencia en términos de las sociedades modernas, sino una técnica que propenda por la comprensión de cómo hago lo que hago y que esté motivada por una afección profunda. Es la manera de hacer alcanzable lo inalcanzable, por así decirlo. De lo contrario, sería algo estéril y sin sentido.
Es difícil, pero me gusta pensar en la técnica, seguramente porque me eduqué como instrumentista. Pero sí, es una pregunta constante sobre la técnica.
Además, me gusta que ser un libre improvisador implica tener un terreno fértil para la incertidumbre y la pregunta, como lugares cómodos y tranquilos para moverme. De esa inestabilidad surgen las cosas. La estabilidad es una ilusión. Aceptar que lo bello no tiene nada que ver con la perfección, y que lo bello es realmente la expresión de todo aquello que se mueve, que es maleable, que no es una sola cosa clara, sino todo lo contrario: muchas cosas, todas al tiempo, todas posibles.
Me gusta que ser un libre improvisador, aunque no me ha hecho libre, sí me ha dado la pregunta sobre qué significa eso. Pienso que la libertad también está en buscar un lugar de aceptación por quien soy, con quien me rodeo y cómo me relaciono. Me ha dado tranquilidad y paciencia.
No sé si soy un libre improvisador. Creo que, en el mejor de los casos, solo soy alguien que improvisa; ni siquiera sé si soy un "improvisador". No sé qué tan libre soy, pero me gusta buscar la libertad a través de la improvisación.
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